Seguramente, te habrás topado con ofertas de ordenadores muy baratos. A simple vista parecen iguales al resto de equipos, cuentan con una versión de Windows completa e incluso son de marcas conocidas.

Entonces, ¿es recomendable invertir en uno de estos ordenadores?
Rotundamente no.

El truco de estas supuestas gangas está en ofrecer una estética muy similar al resto de equipos, pero cuya construcción interna deja mucho que desear, ya que se utilizan componentes de muy poca calidad. Esto se traduce en que, al poco tiempo, empezarías a sufrir los siguientes problemas:

• Mala calidad de imagen, por incluir pantallas de baja resolución y poco brillo.
• Calidad de altavoces, micrófono y webcam pésimos.
• Batería de muy poca duración.
• Lentitud desesperante. Al contar con un procesador poco potente, el equipo se ralentiza incluso con tareas normales, como por ejemplo cuando usamos el Office, abrimos varias ventanas del navegador o intentamos ver un vídeo en Youtube.
• Bloqueos y reinicios constantes.

Lo que te ahorras en el gasto inicial, lo pierdes rápidamente por su lentitud y poca durabilidad.

Invertir en un equipo equilibrado nos permite disfrutar de un mejor funcionamiento, mayor durabilidad y, sobre todo, en ahorro de tiempo.

En resumen, un ordenador debe facilitarnos el trabajo, no hacernos esperar cada día 10 minutos a que arranque, otros tantos en que se abran los programas o que se bloquee.